La economía internacional atraviesa una fase de elevada incertidumbre, caracterizada por tensiones geopolíticas, persistencia inflacionaria y un incremento del proteccionismo. Estas dinámicas, que reconfiguran el orden económico mundial, plantean desafíos significativos tanto para las grandes potencias como para economías de tamaño intermedio.
Estados Unidos: del liderazgo liberal al proteccionismo estratégico
Un cambio histórico en la política económica estadounidense. El país, tradicionalmente asociado al libre mercado y la globalización, ha transitado hacia un modelo más intervencionista y proteccionista, intensificado durante la segunda administración Trump.
Este viraje se manifiesta en tres ámbitos principales:
- Institucional: debilitamiento del Estado de derecho y mayor discrecionalidad en la toma de decisiones.
- Monetario: politización creciente de la Reserva Federal, con el riesgo de que la estabilidad de precios deje de ser el objetivo prioritario.
- Monetario internacional: reconsideración del papel del dólar como activo estratégico, percibido ya no como privilegio sino como posible limitación.
En conjunto, estas transformaciones redefinen la hegemonía económica de EE. UU., con implicaciones sistémicas para el orden financiero global.
China: entre la consolidación y la vulnerabilidad estructural
China exhibe importantes fortalezas: un plan industrial a largo plazo centrado en sectores estratégicos (energías renovables, vehículos eléctricos, tierras raras), una base científica y tecnológica amplia, y una política exterior activa que combina la Ruta de la Seda con alianzas estratégicas con países como Rusia e Irán.
Sin embargo, su modelo económico enfrenta vulnerabilidades críticas. La burbuja inmobiliaria actúa como freno estructural, generando presiones deflacionarias, mientras que la dependencia excesiva de la inversión y del comercio exterior limita la sostenibilidad del crecimiento.
El futuro de China, se definirá por su capacidad de optar entre un enfoque pragmático orientado a la estabilidad o una deriva ideológica y nacionalista, con riesgos de intensificación en conflictos geopolíticos, particularmente en torno a Taiwán.
Europa: dependencias estratégicas y déficit de integración
Europa aparece como el eslabón más débil del escenario económico global, aquejada por cuatro grandes desafíos estructurales:
- Dependencia militar, reflejada en un gasto en defensa insuficiente.
- Dependencia energética y tecnológica, consecuencia de la falta de autonomía en el suministro energético y en la innovación digital.
- Déficit estratégico exterior, vinculado a la ausencia de una política exterior y de defensa común que refuerce la posición global de la Unión Europea.
- Exceso regulatorio y rigidez institucional, que limitan la flexibilidad económica y la capacidad de adaptación de los Estados del bienestar.
Estos factores sitúan a Europa en una posición vulnerable frente a las transformaciones globales y condicionan su competitividad en el largo plazo.