La inteligencia artificial está revolucionando el sistema financiero global, transformando la forma en que bancos, mercados de capitales y organismos reguladores evalúan riesgos, supervisan la economía y ejecutan operaciones. Su uso creciente promete eficiencia, precisión e inclusión, pero también plantea desafíos inéditos para la estabilidad y la confianza en el sector.
De acuerdo con el informe Artificial Intelligence in Finance, elaborado por especialistas internacionales y publicado por el Centre for Economic Policy Research (CEPR), la IA ha dejado de ser un recurso auxiliar para convertirse en un elemento central de las finanzas modernas. Hoy, algoritmos capaces de aprender y perfeccionarse ya asumen tareas clave como la evaluación crediticia, la gestión de activos o la supervisión regulatoria, funciones que antes dependían del juicio humano.
Sin embargo, este salto tecnológico también abre la puerta a riesgos importantes. La dependencia de software, datos masivos y proveedores externos de servicios tecnológicos introduce nuevas fragilidades que podrían comprometer la equidad y la gobernanza del sistema financiero. Ante ello, los expertos insisten en la necesidad urgente de una regulación ágil y efectiva que permita aprovechar los beneficios de la IA sin poner en riesgo la confianza que sostiene a los mercados.